Parada en Palanga. Esta ciudad de vacaciones a orillas del mar Báltico tiene una larga historia. El lugar ha sido habitado durante milenios, pero se desarrolló principalmente a partir del siglo XII. La ciudad fue conquistada por los caballeros Teutónicos y después pasó a ser controlada por el Gran Ducado de Lituania, bajo cuyo dominio creció hasta convertirse en un importante puerto. En el siglo XIX recuperó su antiguo esplendor transformándose en un elegante centro vacacional muy apreciado por los ricos prusianos, que edificaron allí suntuosas residencias veraniegas, algunas de las cuales podemos apreciar aun hoy día.
Visita del Palacio Tyszkiewicz, Museo de Ámbar de Palanga. El palacio fue construido a finales del siglo XIX por los Tyszkiewicz, una familia noble de origen polaco que en pasado gobernaron toda la zona de Palanga. Se edificó en estilo neo renacentista, con elementos barrocos y neoclásicos. Fue diseñado por un arquitecto alemán y decorado por escultores franceses y daneses. La familia Tyszkiewicz vivió en el palacio hasta 1940 y la llegada de la Segunda Guerra Mundial, que causó graves daños al palacio. Este fue nacionalizado tras la guerra por las autoridades soviéticas, y quedó prácticamente abandonado hasta los años ’60, en los que se acometió su restauración. En 1963 se estableció aquí el Museo del Ámbar, al que se le dedicaron 15 salas del palacio. Posee una colección de más de 28000 piezas, de las que 4500 están expuestas al público, incluyendo la famosa “Piedra del Sol”, la tercera pieza de ámbar de Europa por su peso, de más de 3,5 kg.